De divas y plumas...



Muchas son las veces que he comentado las locuras presentes en las RRSS del mundo literario, afinemos puntería, del mundo literario de aquellos que como yo nos intentamos hacer un huequito en las estanterías de las librerías, mejor aún, de los lectores. Sí, porque tengamos claro que uno es el mundo literario de los escritores consagrados, de esos a los que no les hace falta preocuparse por una portada atractiva, porque su nombre es el reclamo de editoriales y lectores; y otro bien distinto, el mundo paralelo en el que jugamos los escritores noveles. Si lo llevásemos al mundo futbolístico, ellos están en Primera División y nosotros, en el mejor de los casos en Segunda, Segunda B, Tercera e, incluso, en Regional.



Nosotros, pobres tecleadores, que soñamos con ese ascenso y jugar en el Bernabéu y golear al Madrid, nos crecemos cuando comenzamos a recibir las positivas críticas de nuestros lectores, los cuales nos parecen una legión pero no llegan ni  a comando. Sí, nos crecemos como cuando a un equipo de Segunda B le toca jugar con uno de los grandes en la Copa del Rey. Sin embargo, el problema no es que nos crezcamos, ni siquiera que podamos a llegar a creer que nuestro  sueño se puede hacer realidad y, vamos en el buen camino. No, el problema es que hay quien de pronto despliega sus plumas, cual pavo real en pleno cortejo, sin darse cuenta de quién es en realidad.


La autoestima es necesaria,  tener buena autoestima es sano y, casi debería ser obligatorio. Sí, porque he de decir que de la misma manera que veo a compañeros endiosados, también veo compañeros que no tienen ni la menor confianza en sí mismos y en su trabajo. Es más, podría asegurar que en muchos casos, ese compañero, que no cree en su trabajo y en sí mismo, le da mil vueltas a la diva de turno. La diferencia: la diva cree en ella y su trabajo o, al menos, sabe cómo venderlo, engatusando a los que ella llama fans, y no lectores, mientras que el otro se hunde al no ver su trabajo aceptado de la misma manera.

Pero, una cosa es una buena autoestima y otra olvidarte de tus compañeros, tratarlos como si fueran menos que tú. Sí, porque hay quien de pronto se cree jugando en la misma liga que Ana María Matute, Javier Marías o Vargas Llosa, olvidándose que tan necesaria y bonita es la autoestima como la humildad. Así que señores, si alguna vez ven que las plumas se me suben a la cabeza tienen mi permiso para bajarme a la tierra...

Muaaaackis...muaaaaaaaaaackis


Comentarios

  1. Me llegó el post. Gracias por escribir estas cosas. Un abrazo!!!

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    1. Pilar, gracias a ti por leer y comentar. Me alegra que te lleguen mis palabras.
      Un abrazo bien fuerte

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