Escribir, más allá de la historia.


Cada dos por tres en las RRSS leemos a los escritores decir andar buscando a su musa, musas que desaparecen y aparecen en el momento más inoportuno. Yo, hasta el momento, no he tenido nunca que salir en busca de ella, aún no me ha pasado como al protagonista de la mítica canción que decía: 

hoy las musas han pasado de mí, andarán de vacaciones

Para mi fortuna o desgracia, todo depende del cristal con el que se mire, mi cabeza es siempre un bullir de ideas. Y eso, seguro que no solo me pasa a mí. Sin embargo, escribir no es solo idear una historia. Hilvanar las vidas de personajes, que desde la primera línea de la historia se cuelan en tu vida, formando parte de tu día a día y, por los que sientes una dualidad de sentimientos al escribir el irremediable y necesario FIN. Ese entretejer vidas de personajes es la parte más bonita, generosa, grata, amable, dulce e ilusoria... para el escritor. 



Lo difícil y, no menos importante, ha llegado antes y vendrá después. El trabajo de investigación, indagar sobre determinadas etapas de la historia, buscar toda la información posible sobre determinadas profesiones o, simplemente, crear a ese personaje para que el lector lo crea real es duro. Obvio, no es necesario coger pico y pala, bajar a la mina o, levantarse al alba para ir a faenar; pero no es fácil, y eso que San Google nos facilita mucho el trabajo.



Y si difícil es el iniciar una historia, el trabajo de corregir ortografía, estructura, estilo, posibles errores de la historia... Esas incorrecciones, que los escritores respaldados por editoriales serias (al menos, eso es lo que se espera), serán vistas por correctores y editores pero, los autopublicados tenemos que detectar por nuestra cuenta y, créanme es más fácil ver los errores de otros que los de uno mismo. Siempre he dicho que autocorregirte es similar al proceso del inicio del habla de los niños, los que son padres o tíos me entenderán,
que llega al final  es el peor:

  ¿quién no ha corregido alguna vez a un niño y este ha insistido e insistido que eso es lo que el ha dicho, volviendo a decir la palabra de manera incorrecta? 

Créanme que no miento al decir que yo he llegado a leer un nombre y estar escrito otro, pero mi cerebro me traiciona, ja ja ja...viendo lo que cree haber escrito. Ni tampoco miento cuando digo que un libro mal editado, mal corregido puede fastidiar la más bonita de las historias.



Pluma Afilada


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